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Querido Livio Abramo:

La muestra colectiva Huellas de Livio Abramo es un homenaje al maestro de grabado brasileño, quien con su visión y práctica artística dejó una marca profunda en la cultura local. Maestros y artistas que siguieron sus pasos honran su obra en esta exposición, que también es una carta de amor hacia su legado. 

Texto: Micaela Cattáneo. 

Imágenes: Javier Giménez, Gentileza del Instituto Guimarães Rosa

“La obra de Livio es esencial”, dice el profesor Carlo Spatuzza, quien hoy lidera el Taller de Grabado del Instituto Guimarães Rosa Asunción (IGR), un espacio de formación donde mantienen vivo el legado del maestro brasileño. 

A partir de una propuesta de la Embajada de Brasil, él y sus colegas, el profesor del Taller de Historia de Arte, Javier Rodríguez Alcalá; la profesora del Taller de Cerámica, Marithé Zaldívar y el profesor del Taller de Línea y Color, Luis Alberto Boh, le dieron forma a esta muestra colectiva que enaltece el trabajo de Livio Abramo, quien impactó durante décadas en una generación de artistas paraguayos. 

Huellas de Livio Abramo está hecha de trazos, texturas, colores vivos y neutros, archivos de sentimientos, saberes y pensamientos, palabras escritas en puño y letra e impresas; es un viaje al corazón de su obra, no solo artística, sino también pedagógica y de gestión cultural. “Sus aportes siempre estuvieron vinculados a la libertad de expresión”, reflexiona Spatuzza.

Y ese espíritu se percibe desde el primer bloque de la muestra, un extenso pizarrón que nuclea obras de artistas paraguayos que pasaron por la escuela de Livio; que directa o indirectamente se formaron con su mirada artística. Lucy Yegros, Christian Ceuppens, Ricardo Migliorisi y Bettina Brizuela son algunos de los nombres que aparecen en esta parte de la exposición. “Refleja lo que están haciendo estos artistas hoy. Son obras planteadas para el hecho en sí de esta muestra”, refiere Spatuzza. 

“También hay una obra de su esposa, Dora Guimarães. Ella, cuando él había fallecido, iba ordenando todos sus papeles y obras, y en una de esas noches, en una pizarra, escribió varias veces su nombre, Livio, Livio, Livio, de lo mucho que lo extrañaba”, cuenta Carlo, quien recibió esta pieza como regalo. 


Gran parte de la muestra está compuesta por obras de la colección del maestro Spatuzza, donde no solo atesora piezas artísticas de Livio, sino también de su gran maestra Edith Jiménez, quien desempeñó un rol clave en la escuela. “Los talleres de grabado funcionan de forma ininterrumpida desde 1956. En 1960, Livio designa a Edith como directora, pero él continúa presenciando las clases. Yo ingresé como alumno en los 90 y es ella quien me forma para ser profesor, para orientar en la técnica de grabado. Ella también me legó un patrimonio de sus obras”, revela. 

Asimismo, menciona cómo desde sus comienzos hasta ahora, en los talleres o espacios de formación promovidos por el maestro, siempre se enfatizó el aprendizaje de la técnica, de las herramientas del grabado y de otras disciplinas artísticas. “El objetivo nunca fue formar artistas, sino que los alumnos puedan expresarse. Él mismo decía: ‘En este lugar no hacemos obras de arte, sino ejercicios’. No existe preocupación por qué es lo que se va a representar, sino que se trata del uso correcto del instrumento. Y esa es la esencia de su enseñanza”, sostiene.

La síntesis de un registro 

“Él siempre escribió todo, dejó registro de todo”, comenta Spatuzza sobre los documentos, fotografías y textos que se observan en el segundo bloque de la muestra. En este rincón, la investigación que realizó el profesor Javier Rodríguez Alcalá cobra vida a través de un relato que recorre la trayectoria de Livio, donde destaca su labor pedagógica, sus aportes al patrimonio histórico e identitario local y la trascendencia de su gestión cultural. 

Desde su primera aproximación a la escena artística paraguaya, aquel 1956, hasta la actualidad, su enfoque educativo en la libre expresión -presente en sus espacios de formación (de grabado, pero también de arte moderno, línea y color) como en las actividades que guiaba en la Escolinha de Arte para niños-, el contenido político de sus obras y el intercambio artístico que fortaleció entre Paraguay y Brasil desde las estructuras que habitó, perduran en la memoria y en la práctica de quienes convivieron con su figura y sus formas de hacer las cosas.

La muestra, además, contempla un tercer bloque con piezas creadas por Livio en territorio paraguayo, además de los ejercicios creativos de sus primeros alumnos y alumnas, entre ellas Olga Blinder y Edith Jiménez. Y, finalmente, el recorrido culmina en un espacio donde se materializa la vigencia de los talleres, dirigidos por los profesores mencionados más arriba, y donde se observan las líneas, las formas y las expresiones que resultan del trabajo de los alumnos y alumnas que los integran. 

“Esta muestra colectiva es una síntesis de su obra, la construimos durante dos años y medio y en ese proceso descubrimos el poder de sistematización que poseía Livio. Creo que eso parte de su rigor y racionalidad, pero al mismo tiempo de su pasión y autoformación. Además, sus piezas nunca dejan de sorprender por todo ese preciosismo que tienen”, concluye Spatuzza. 

Huellas de Livio Abramo estará abierta al público hasta fines de agosto, de lunes a viernes, de 17:00 a 20:00, en la Sede Cultural del Instituto Guimarães Rosa Asunción (Eligio Ayala esquina Perú), con acceso libre y gratuito.

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