La edición número 59 de la Bienal de Arte de Venecia abrió sus puertas el pasado 23 de abril, y se extenderá hasta el 27 de noviembre de este año, en sus sedes tradicionales Giardini y Arsenale, y con instalaciones extendidas por toda la ciudad. En esta ocasión las propuestas se engloban bajo el título “The Milk of Dreams” (La Leche de los Sueños).
Uno de los pabellones del Arsenale. © Biennale di Venezia.
Bajo la curaduría de Cecilia Alemani, italiana con base en nueva York, la Bienal de Arte de Venecia ofrece este año obras de arte de 213 artistas provenientes de 58 países. El título de la propuesta de la curadora, The Milk of Dreams, fue elegido a partir de un libro de Leonora Carrington del mismo nombre, donde la artista surrealista supone un mundo mágico donde la vida se reinterpreta constantemente a través de los sueños y la imaginación. Un mundo donde todo puede ser transformado, incluso las personas, que pueden convertirse en algo o alguien más. El trabajo de Carrington es el reflejo de estas transformaciones, proponiendo hibridaciones entre seres humanos, animales y máquinas a lo largo de su trayectoria artística.
Son justamente el surrealismo y la imaginación los temas recurrentes en las propuestas de los invitados internacionales de la exposición, que capturan un momento en la historia de la humanidad en que las definiciones del ser humano están transformándose, y en el que se nos llama a repensar nuestra responsabilidad hacia el cuidado del planeta. Las obras responden a tres áreas temáticas que reflexionan sobre estos temas: la representación de los cuerpos y sus metamorfosis, la relación entre los individuos y la tecnología, y la conexión entre los cuerpos y la Tierra.
Otra de las líneas curatoriales de la exhibición responde al deseo de dejar de lado la tendencia moderna occidental de ubicar en el centro del universo a un ideal de hombre blanco –imperante en la mayor parte de la historia del arte y del mundo— dando espacio a voces que imaginan unos mundos habitados por seres híbridos, transformados por la presión invasiva y cada vez más fuerte de los avances tecnológicos, y exponiendo realidades significativas que pocas veces adquieren protagonismo.
Alemani, refiriéndose a los desafíos de la organización del evento durante una pandemia, comenta que “Durante estos largos meses frente a una pantalla, me he preguntado acerca del rol que la Exhibición Internacional de Arte debería interpretar en este momento histórico, y la respuesta más simple y más sincera que pude encontrar es que la Bienal resume todo lo que hemos extrañado en los últimos dos años: la libertad para conocer gente de todo el mundo, la posibilidad de viajar, la alegría de pasar tiempo juntos, la práctica de lo diferente, de la traducción, de la incomprensión y de la comunión.”1
Si bien la Bienal no es una exhibición sobre la pandemia, fue gestada durante ella e inevitablemente representa su influencia en los artistas y sus obras. En ese sentido, nos invita a reflexionar sobre nuestros sistemas de vida, y a analizar su impacto en el medio ambiente, al tiempo que demuestra que el arte es un vehículo efectivo para imaginar y proponer nuevas formas de coexistencia.
1 “Biennale Arte 2022: Statement by Cecilia Alemani.” La Biennale di Venezia, 19 de abril de 2022. https://www.labiennale.org/en/art/2022/statement-cecilia-alemani. Traducido por el autor.