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El arte como propulsor de la reflexión en Porvenir. Vida común a destiempo

Conversamos con Damián Cabrera, curador de la muestra que se encuentra en exposición en la sala Olga Blinder del Museo del Barro, sobre los antecedentes de la exhibición, el hilo conductor de su narrativa y el poder del arte para despertar reflexiones.

Texto y fotos por Martín Álvarez.


Sín título, fotografía por Nicolás Granada. 2015-2021.


MARTÍN ÁLVAREZ: ¿Cómo surge la idea de Porvenir? ¿Cómo fue el proceso previo?

DAMIÁN CABRERA: Entre los años 2013 y 2014 habíamos llevado adelante desde el Museo del Barro un programa en torno a imágenes que habían proliferado en Paraguay a partir de la masacre de Curuguaty y el Juicio Político del año 2012. Fue un espacio de reflexión y discusión en torno a ellas: había desde videos de la masacre, relatos de la fiscalía, hasta una proliferación de memes en torno a la cuestión política de ese momento. Luego en el año 2015 hicimos una exposición que fue además mi primera curaduría en el Museo, que se llamó Inestable. Aproximaciones poéticas a la masacre de Curuguaty.

Este año se cumplieron 10 años de ese episodio, y esto requería algún tipo de gesto conmemorativo. Pero en lugar de replicar la misma exposición, lo que decidimos fue preguntarnos cuáles son las líneas que asume lo político en el presente del Paraguay, tanto desde lo macropolítico que tiene que ver con las luchas sociales, campesinas y ciudadanas en general, donde hay una demanda al Estado por políticas sociales, asociado ahora también al uso de redes sociales para la puesta en común de la indignación ciudadana; como desde lo micropolítico, marcado por cuestiones de derecho a la diferencia, a las culturas diferentes, a eso que tiene que ver con la vida íntima, privada, los afectos, pero que también está atravesado por lo político, que tiene esa doble dimensión.

La idea del título de la exposición que es Porvenir. Vida común a destiempo. invoca la idea de que en algún punto en 2012 se anula un futuro para el Paraguay, había una posibilidad de repensar las políticas públicas desde otro lugar, por más tímidos que hayan sido los gestos en ese momento –la declaración de la gratuidad y la universalidad de la salud, por ejemplo, que no tenía presupuesto, pero que al menos fue una declaración de principios y de voluntades. Y todo eso se trunca. Dice Milda Rivarola: Paraguay pierde su futuro, porque ya no hay posibilidad de contrato social a partir de entonces. La exposición recupera esa idea: qué tipo de futuro se esta construyendo y desde dónde, y qué tipo de gestos –por lo menos desde las artes visuales, o en la frontera entre artes visuales y activismo— se están haciendo para preguntarse en torno a lo político.

Hay una imagen que es anónima, estamos buscando al autor…

MA: Justo una de mis preguntas es sobre esa imagen [del indígena con arco y flecha] que es llamativa porque en el momento en el que se saca la foto el objetivo no era ponerla en exhibición como parte de una narrativa, pero genera esa reflexión que es lo mismo que se quiere hacer con el arte, con la muestra.

 Fotografía de indígena Aché con arco y flecha. Autor desconocido.


DC: Totalmente. Desempeña una función artística, pese a no haber sido concebida como obra artística autónoma. Por supuesto que tiene una cualidad artística, pero tiene también una funcionalidad, en ese momento la de informar, divulgar. No se sabe la intención del fotógrafo, pero tiene una potencia icónica. Además, tiene como unos componentes adicionales que contribuyen con la historia: primero el joven es un Aché, que es miembro de una etnia que sufrió un genocidio atroz, y viene de territorios que fueron convertidos en sojales, sometidos a la deforestación. Está pintado con una pintura corporal a base de cera de abeja y hollín que se emplea para contextos de guerra, y está recuperando, resignificando su pintura corporal, tiene un corte de pelo que es tradicional ceremonial, y además el arco y flecha. La flecha de los Aché es una obra maestra de ingeniería, porque es aerodinámica y tiene unas ranuras que garantizan su efectividad. Se viraliza la imagen, y por supuesto unos sectores decían “estos son los que quieren invadir nuestras tierras”, y por otro lado había gente que celebraba la fuerza del muchacho que era capaz de enfrentarse a la policía con todos los elementos de su cultura recuperados y revalorizados.

MA: ¿Cómo se da la selección de los artistas, de las obras? ¿Hay algún hilo conductor?

DC: En un principio se hizo un relevamiento de obras que estuviesen trabajando desde lo político. Hicimos una selección ajustada que fuera posible de ejecutar, y el hilo conductor está en las demandas contemporáneas en el ámbito de lo macropolítico que tienen que ver con el Estado, y aspectos de lo micropolítico que tienen que ver con los afectos, el cuerpo, lo íntimo. Esos son los dos elementos.

Había como flancos que queríamos cubrir, como el registro de la protesta social. Una de las fotos exhibidas forma parte de un conjunto de fotografías que fue censurado en el centro, en la Plaza [de la Democracia] y en la fotogalería Fulgencia Almirón se iba a hacer una exposición llamada El Derecho a la Protesta Social, y fue censurada por la municipalidad, entonces los fotógrafos fueron y exhibieron las fotos de pie, en la plaza. Queríamos también que hubiera un elemento relacionado con la masacre de Curuguaty y hay una foto que denuncia casi como un olvido del episodio. Luego está lo que se relaciona con la divulgación a través de las redes sociales, que se da en las ilustraciones de Alfonso Sosa y la fotografía del Aché.


Nicolás Granada capta en sus fotografías manifestaciones e intervenciones en las calles.

 Unas pantallas exhiben ilustraciones de Alfonso Sosa, originalmente compartidas a través de redes sociales.


También algo que tiene que ver con intervenciones en espacios públicos con palabras. David Amado, que expone en la muestra, realizó intervenciones en el Panteón de los Héroes después de las expresiones de Horacio Cartes, que ante la situación de las tomas de colegios por estudiantes secundarios le preguntaron cuál sería la respuesta del gobierno y dijo “balines de goma”. Entonces él proyectó esas palabras [en el Panteón] dándoles una duración más dramática. Para esta exposición le encomendamos que realizara algún tipo de intervención con palabra escrita, y usó el recurso que ya es casi folklórico de Paraguay que es el de los pasacalles, reproduciendo algunas de las frases que él ya proyectó y algunas nuevas. La idea es que cuando culmine la exposición los pasacalles sean retirados e instalados en espacios públicos, porque exhibidos en una sala de museo se desactiva el poder de los pasacalles.

Instalación con pasacalles de David Amado y Sonia Moura. 2022.


Necesitábamos que hubiese también un componente relacionado con el medio ambiente. Para eso Belén Rodríguez, una artista joven que trabaja mucho con proyecciones, había realizado antes una video-instalación en la que esparcía sobre unas lonas de plástico cenizas provenientes de bosques incendiados. La proyección estaba mediada por la lona y por las cenizas, y se deformaba y mostraba zonas negras en un bosque, que era lo que proyectaba el video. Y en este caso lo que hizo fue proyectar un video editado, que en realidad es una fotografía de un bosque animada para que tenga formas de flama, y al pie de esa proyección –también mediada por varias capas que transmiten una idea de reproducción, de un episodio que se repite— hay un montón de ceniza recolectada de incendios forestales.

Video-instalación, proyección sobre lonas vinílicas y cenizas, de Belén Rodríguez. 2021.


MA: ¿Cómo ves el rol del arte, de las expresiones artísticas dentro de esa resistencia popular, de esa resistencia ciudadana, sobre todo ahora que hablamos también de este componente viral que entra a ser parte de la conversación? 

DC: Hay como una idea vieja en torno a la promesa del arte, que el arte tendría el potencial de emancipar, de liberar a la gente. Eso está muy instalado y se sigue reproduciendo bastante. Y la verdad es que la historia nos demostró que el arte no tiene tanta fuerza en ese sentido. Sin embargo, puede aportar pequeños destellos o intensificar ciertas experiencias. Suely Rolnik, psicoanalista brasileña, dice que el arte no va a cambiar el mundo, pero tiene el poder de arrojar al aire el virus de lo poético. Y ese virus permite que la gente esté más preparada para resistir otras patologías mas fuertes. No tiene el efecto de cambiar, pero tiene el efecto de sensibilizar. El arte puede tornar más sensibles ciertos episodios, entonces desde lo emotivo, lo reflexivo, lo crítico, intensificado por la poesía del arte, la gente puede estar más alerta a cosas que no son tan altisonantes. Y en el contexto de las protestas ciudadanas, de las luchas sociales, a veces contribuye también para generar conversaciones, y es un aliado inclusive en el contexto de las propias protestas que asumen también un carácter formal o estético en sus expresiones. Formas que a veces no consideramos tan poéticas o tan bellas –como un pasacalle— intervienen en esos contextos y a su vez se mueven entre esos dos mundos: el mundo de la protesta, de la lucha social, de la política; y el otro más dominado por el arte. El arte reflexiona sobre la realidad, y contribuye para que la experiencia de esa realidad se intensifique.

Leo Arian explora aspectos micropolíticos manifestados en su propia experiencia corporal. Obras: Carcaza; No, voy a; Armas son. 2019. Grafito sobre entretela.  

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