El espacio de diseño y arquitectura de Amanecer Pinturas

Amberé: Diseñador de Experiencias

Desde sller, Fernando “Amberé” Feliciángeli reflexiona sobre la creatividad partiendo de su historia y haciendo foco en dos de sus obras más importantes: el arpa de agua y el Pebetero ASU 2022.

Texto: Micaela Cattáneo 

Fotos: Martín Crespo

Desde las gradas del estadio Defensores del Chaco, el público ovacionaba. En el campo, el tenista paraguayo Víctor Pecci se preparaba para hacer un saque con una raqueta. Disparó  en dirección al cielo y la llama olímpica se encendió. Con esta imagen se dio inicio a los primeros Juegos Suramericanos realizados en Asunción. Desde ese instante, el El fuego flameó durante 15 días en la ciudad sobre un pebetero que despertó emociones en sus espectadores. El autor de esta obra: Fernando Feliciángeli, más conocido como “Amberé”.

La estructura que sostenía al símbolo más importante del evento deportivo se armó como un rompecabezas meses antes de la gran noche de inauguración, pero se empezó a gestar con la pasión de un Amberé niño en el barrio Sajonia de Asunción.

“Desde chico, siempre me gustó armar cosas. Como era introvertido, mi diversión se centraba en esto. En mi casa no se tiraba nada, se guardaba todo en un depósito enorme. También había un piano; cada vez que pasaba lo tocaba, y así fui encontrándole la lógica al instrumento”, recuerda sobre cómo el diseño y la música aparecieron a la par en su vida.

Fernando es arquitecto de profesión y músico, integra la banda de rock nacional Deliverans desde finales de los 80. Ambas facetas han dialogado a lo largo de su vida. Una batería armada con latas, baldes y cacerolas, presente en los comienzos del grupo, describe perfectamente esa permanente fusión.

Desde hace algunos años, viene trabajando en creaciones que toman elementos de ambas y se potencian con herramientas de otras disciplinas. Entre ellas destacan: Tubotecla, un piano metálico que lleva tubos de acero en vez de cuerdas, La fuente de la inspiración, una instalación cinética que muestra el parpadeo de dos ojos que se miran; La morena, una guitarra metálica que se puede ejecutar a través de unas palancas, y El Paseo del recuerdo, que también reproduce una melodía al pulsar sus palancas.

Las últimas tres instalaciones componen el circuito que relata la historia de la guarania Recuerdos de Ypacaraí en San Bernardino.

“La música tiene las mismas normas compositivas que la arquitectura: hay simetría; ritmo, quiebres y sorpresas”, señala. Y agrega: “Todo está interconectado”.

Construir sonidos 

A Fernando le interesa mezclar sensaciones y no centrarse solo en el aspecto visual de una obra. El arpa de agua, proyectada junto a la Orquesta H20 Sonidos del Agua, es el reflejo de ese deseo. “El agua tiene movimiento y sonido, produce frescura y es un recurso donde hay vida”, explica. Las notas musicales que emana este exclusivo instrumento de ocho cuerdas al entrar en contacto con las manos se sienten "como un bálsamo”, expresa.

Esta experiencia sensorial en torno al agua se replicó en el pebetero de los Juegos Suramericanos Asunción 2022. El objetivo: llevar un elemento en común de los países participantes para plasmar lo que une a la región. Así nació Lluvia Sudamericana.

“Utilizando la parábola natural que describe un chorro al caer, como generatriz del volumen, y al disponerlos en una dirección que sugiere un giro en sentido horario (como sucede en el hemisferio sur y recibe la denominación de Efecto Coriolis), se hace alusión a la lluvia sudamericana, la cual cae sobre nosotros de esa manera. Además, el fuego olímpico se posa sobre ella, recordándonos que es el agua lo que sostiene a la vida”, escribió el autor en la memoria de la obra.

Llevar el diseño de la maqueta a la realidad fue un ejercicio constante de prueba y error para Amberé, sin embargo, una llamada del ingeniero y artista Roque Ardissone cambió el curso de esta fase del proyecto. “Un día me llamó para decirme que tenía algo que me podía servir. Fui con cero expectativas. Entré a su depósito y vi la pieza exacta que necesitaba para el pebetero: un tubo circular de 1.50 metros con 32 picos dirigibles que pertenecía a una fuente china que había comprado y no usaba más. Estaba intacta. Compré una pelopincho y lo probé en el taller”, cuenta sobre cómo empezó a funcionar su idea.

Para él, la creatividad es un proceso racional y no una cuestión mística o divina. “Uno toma decisiones todo el tiempo. No existe la inspiración espontánea, sí los momentos en que uno puede resolver algo. Una idea se une a otra como resultado de una búsqueda, de pensar y trabajar en ella”, analiza hoy pensando en las ideas que logró materializar.

“No me presento como artista porque no me considero uno. Aunque, en concordancia con mi definición de arte (actitud que uno le pone a las cosas que hace), creería que sí, pero me gusta más que me digan ‘diseñador de experiencias’ o tal vez el título que me gustaría recibir es el de inventor. No sé si llego a eso, pero es una proyección que tengo”, concluye.

 




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