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Expo Pesebre en Areguá: Darle forma a la tradición

La Expo Pesebre 2022 se realiza en Areguá de la mano de cientos de artesanos que trabajan con el barro desde hace años. Conversamos con ellos para conocer en profundidad el proceso de producción que los lleva a exponer en esta feria navideña cada fin de año.

 Texto y fotos por Micaela Cattáneo

En Areguá, el trabajo artesanal es un legado que se gesta en el seno familiar pero habita principalmente en las calles, dándole a la ciudad una imagen colorida que invita al encuentro, a la conexión con el otro. Cada noviembre, el paseo central de la calle Mariscal Estigarribia, ubicado frente a la Iglesia La Candelaria, se llena de figuras navideñas que cuentan una historia y retratan el oficio de los cientos de artesanos que dedican su año a crearlas.

Liliana Irrazabal es aregueña de cuna y se dedica a la artesanía desde los 12 años. Empezó moldeando las ovejas del pesebre, pero con el tiempo abandonó las formas para volcarse a la pintura de las piezas armadas. En su casa, antes de que estas lleguen a sus manos, pasan por diversas etapas de producción.

“Nosotros también hacemos barro”, cuenta para explicar que no todas las familias de artesanos trabajan en la fabricación de esta materia prima. “Producimos arcilla para venderle a la gente”, aclara. Este material es la génesis de las artesanías que se observan en los puestos de Areguá y se obtiene de la mezcla entre el lodo negro (ñai'ü) y la arcilla más fina y blanca, conocida comúnmente como tobatí o caolín.  

La mezcla pasa, luego, por un proceso de colado, donde se eliminan todas las impurezas. Más tarde, la preparación se vierte en una pileta no tan profunda ni alta, donde el barro se asienta y se seca. Finalmente, se alza por una pared de ladrillos y tierra colorada para que la masa de a poco pierda su humedad y esté lista para el moldeado.

Por lo general, las figuras más grandes del pesebre están hechas a partir de moldes, pero existen otras más pequeñas, a las que denominan también “piezas únicas”, que se realizan exclusivamente a mano y cuyas siluetas están sujetas a la creatividad e imaginación de los artesanos.

“Después de darle forma a las figuras, hay que secarlas y luego cocinarlas durante siete horas en el horno, lentamente. Cuando el fuego sube por encima de la superficie es señal de que ya están. La pintura arranca al día siguiente, una vez que terminan de enfriarse”, explica la artesana.

Su colega, el artesano Rubén León, lleva 50 años en este oficio, también por obra de sus ancestros. Ese conocimiento heredado lo tradujo todo este tiempo en piezas originales que no solo reflejan las creencias de su pueblo, sino también la sabiduría del tacto, de aquello que se construye a partir de las manos. “Ahora las figuras representan un desafío más grande, porque antes - por ejemplo - los reyes magos venían sobre el camello y ahora se producen por separado”, asegura sobre cómo ha cambiado la presentación del pesebre.

Las piezas se producen a lo largo del año para exhibirlas a tiempo en los dos meses que dura la expo. “A mediados de enero, empezamos otra vez a trabajar. El dinero que juntamos en la feria es para invertir en los materiales del próximo año”, confiesa.

El valor del oficio  

“Queremos que la gente valore más nuestra artesanía y así la tradición persista porque no solo representa a Areguá, sino a todo un país”, expresa la artesana Analía Cáceres, quien para graficar sus raíces dice haber nacido “prácticamente en el barro”.

“Aprendimos mirando. A veces, por curiosidad, una empieza a tocar el barro. Practica. Hace. Inventa. De chica, para mí, era como un juego”, recuerda.

Y continúa: “Aunque las tradiciones se van perdiendo, intentamos seguir los pasos de nuestros antepasados. Yo empecé en la artesanía con mi abuela, que ya no está con nosotros. Ahora, mis hermanos trabajan en el molde de las piezas, y mi mamá y yo pintamos”.

Analía afirma que en la pintura hay que ser detallista. “Se deben cuidar muchos aspectos, sobre todo en el rostro de las figuras del pesebre, que en su mayoría son santos. Por ejemplo: las facciones del niñito Jesús tienen que ser más tiernitas”, explica.

Damiana Cardozo es artesana hace 20 años y también se enfoca en la pintura. “Lo que más me gusta es hacer las terminaciones de los rostros, todo el año trabajo pintando exclusivamente juego de pesebres. Es un proceso que requiere de mucha paciencia”, indica.

“Creo que esta tradición resiste porque nace en la familia. El artesano debería tener un lugar privilegiado en la sociedad porque no cualquiera puede convertirse en uno”, reflexiona.

Alrededor de 150 expositores venderán sus piezas en la Expo Pesebre hasta el 23 de diciembre, con precios que oscilan entre G. 50.000 y G. 1.200.000. Hasta esa fecha, sus stands estarán abiertos al público, de manera libre y gratuita, de lunes a domingos de 09:00 a 20:00 aproximadamente.

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