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Vivienda Tatakua: tomar conciencia de la realidad

En conversación con el arquitecto Carlos Vargas del estudio Rcubo, el profesional compartió con Gesto los principios implementados en el proceso de proyecto y construcción de la Vivienda Tatakua, entre los que se destacan el aprovechamiento de todos los recursos proveídos por el mismo terreno donde se implanta, y la elección de técnicas constructivas y volumetrías que responden a las condiciones climáticas actuales de nuestro medio.  

Texto y entrevista: Martín Álvarez
Fotos: Leonardo Méndez, gentileza del entrevistado
La entrevista fue editada para mayor claridad.


Nombre del Proyecto: Tatakua. Vivienda unifamiliar
Oficina de Arquitectura: Rcubo
Proyecto: Arq. Carlos Vargas
Cálculo estructural: Ing. Felipe Ramírez
Año de construcción: 2023
Área construida: 145 m2
Ubicación: Loma Merlo, Luque, Paraguay

Martín Álvarez: ¿Dónde se ubica la vivienda Tatakua y de qué manera su ubicación influye en el proyecto?

Carlos Vargas: La construcción está en Loma Merlo, Luque, y me parecía bastante interesante porque si bien hay partes de Luque que se están urbanizando de una forma muy rápida, y Loma Merlo es parte de eso, el terreno de este proyecto está en una zona donde esa urbanización es bastante híbrida. Se ve que está viniendo la ciudad, pero todavía conserva rasgos de una zona rural del Paraguay. Entonces influye bastante el contexto porque lo que hacemos es trabajar en diálogo con ello, buscamos razonar con el paisaje y no interferir en él. Muchos detalles de la casa están pensados para darle continuidad a esa ruralidad que se está perdiendo, o de alguna forma para traer a estos tiempos esa esencia del espacio tradicional paraguayo.

MA: ¿Cómo se dio el proceso de proyecto de la casa? ¿Cuáles fueron los requerimientos desde un principio?

CV: A partir de las reuniones con el cliente desarrollamos un programa funcional de lo que nos solicitaron. Es un proceso no lineal, tratamos de que nuestros esquemas arquitectónicos sean lo bastante simples para permitirnos adaptaciones en obra, e incorporar mayor cantidad de variables, controladas, dentro del proceso de obra. Lo que sí hacemos es desarrollar los proyectos a mano primero, para después pasar a un proyecto digitalizado. Eso hace a lo que es nuestra filosofía de trabajo, buscamos espacios que se conecten más a la corporeidad humana, a la escala humana, a la forma de percibir que tenemos los humanos, entonces la mano alzada, el trabajo a lápiz a mano, nos permite [incorporar] una memoria corporal, una memoria de escala. Y la digitalización ya es una forma de optimizar, usamos un software digital para geolocalizar el proyecto, estudiar las orientaciones y así mejorar el performance energético.


MA: ¿Cómo se organiza funcionalmente la vivienda y cómo se implanta dentro del terreno?

CV: [El terreno] es de 14 metros de ancho, eso permitía dejar los extremos libres, lo que es también bastante típico de las construcciones tradicionales.  Tenía muchísimos árboles, pero en esa zona, como ya es pre-urbana, la vegetación ya está lastimada, la mayoría de los árboles tienen kupi’i, están infestados con plagas, o con esta planta que es una planta parásito. Teníamos muchos árboles que estaban infestados, estaban mal. Trabajamos con un biólogo, se hizo un estudio de los árboles que determinó que algunos [no se podían salvar], entonces los podamos, y la idea era no quitar más ninguno y trabajar en los claros que quedaron después de la sanitización del terreno.

La idea siempre fue hacer una casa de una sola planta, íbamos a usar bastante superficie. La disposición es bastante clásica, es una disposición en U, y lo que tratamos de hacer es recrear esta ruralidad o esta clase de espacios instintivos que tenemos, entonces la idea de esta casa era entrar por un zaguán que da hacia el norte y es el que conecta los dos bloques principales. Básicamente son tres bloques: el bloque de dormitorios, el bloque de zaguán y el bloque común. Los clientes habían quitado un crédito que les obligaba a tener un presupuesto antes de tener el proyecto, y cuando empezamos a diseñar no teníamos terreno, pero sí podíamos saber cuánto nos iba a costar. Entonces la idea era tener estos tres bloques ya un poco definidos y que estos se adapten al terreno que ellos encontrasen.

MA: ¿Podemos hablar de las técnicas de construcción utilizadas? 

CV: Lo de [los muros de] tierra fue en realidad una casualidad, porque el terreno tenía muy linda tierra. En proyectos anteriores habíamos trabajado mucho con pinturas de cal, con terminaciones naturales, con revoques de tierra, pero nunca habíamos hecho muros tapiales. Pero como los clientes se dedican a la fabricación de fermentos y vinos, necesitaban un sótano, para lo que íbamos a excavar. Íbamos a tener además la excavación de los cimientos, iba a salir mucha tierra bastante linda y limpia. La idea era reutilizar todo lo que se pueda para tratar de disminuir los desperdicios de obra, y tratar de contaminar menos. Entonces la tierra viene de la disponibilidad del material, la pusimos en lugares con necesidad estructural para recibir peso, porque es una casa que no tiene pilares, todo actúa sobre mamposterías. Y en lugares donde una pared de 25cm de ancho nos daba mucho mejor control térmico, a partir de saber dónde pegaba el sol. 

En el momento [del proyecto] yo estaba fascinado por una casa que hizo Eladio Dieste para él y su familia en Uruguay, y él usaba cerámica armada en el techo de su casa. Empecé a leer la historia, y vi una oportunidad de hacer [algo similar], consulté con los ingenieros, y se dio. Los techos son de láminas de cerámica armada, de cinco centímetros más o menos, que cubren cuatro metros y medio de luz y alrededor de 60m2. 

MA: También hay un sector que tiene terraza jardín. 

CV: Es el sector del frente, encima de los dormitorios. Habíamos preestablecido estos bloques iniciales por cuestión de presupuesto, sabíamos que en el salón donde iba a estar la cocina, la parte social de la casa, el techo iba a ser más alto. Y la misma cosa con los dormitorios, sabíamos qué tipo de volumen los iba a contener, y que iba a ser un poco más bajo que el otro. En el salón social las láminas de ladrillo armado permiten unos 4 metros y medio de altura, lo que funciona perfecto para el clima porque el aire caliente queda arriba, y de la forma en que están dispuestas permiten la circulación del aire. Pero en la zona de los dormitorios la altura del techo es de 2.80 metros, y la terraza verde en la losa era una forma de ganar el espacio que le quitábamos al terreno, de darnos unos 70m2 de patio ahí arriba, y eso permitía también mejor aislación sonora [en el interior], como el volumen está hacia la calle. Por eso es que la casa va teniendo estos diferentes tipos de techo de acuerdo a las funciones que van pasando dentro.

MA: ¿Qué desafío o aprendizaje te dejó este proyecto?

CV: El desafío fue hacer el encofrado, encontrar gente que esté dispuesta a hacerlo. Porque venían los encofradistas y tenían una idea bastante típica [para construir las láminas cerámicas], con una plataforma, y para mí eso era impensable por el gran consumo de madera que luego se tira. Creo que cuando se trabaja con técnicas alternativas, con pintura de cal, con revoque de barro, con selladores de tuna, con cerámica armada, láminas cerámicas, la situación con la que te encontrás es que vas a tener que ser el propio maestro de obra, porque ese conocimiento ya no existe. Porque el pintor pinta con una pintura, el encofradista sabe trabajar de cierta manera, entonces se pierden las técnicas, ya nadie sabe hacer revoque de barro, o sellar un óxido con aceite y no con antióxido. 

El desafío principal es ese, que al trabajar con estas técnicas la aproximación a la obra es obligatoria, es asumir el rol de instruir a la mano de obra, y también en cierta manera retomar el control de un proyecto, porque a veces se hace un proyecto pero el contacto con la obra es poco. Esta aproximación te obliga a entrar a esos detalles finos de la ejecución, y al final se vuelve un trabajo de aprendizaje y exploración. Yo creo que de eso se trata, de tener un oficio e ir mejorándolo a lo largo del tiempo, con aprendizaje, exploración, investigación, práctica, y uso mi trabajo para eso, para mejorar mi oficio. 

Creo que el objetivo final que tiene esta casa en realidad es, al ser casi unimaterial, al usar casi todo del terreno, el de tener conciencia de los desperdicios que genera nuestro quehacer, y tomar una postura activa sobre eso.

Carlos Vargas es arquitecto por la Universidad Americana de Paraguay, con un posgrado en Construcción Sustentable por la Pratt Institute de Nueva York. En la misma ciudad trabajó en una oficina de arquitectura con principios de cero desperdicios, y en Camboya, África, colaboró con una ONG en la construcción de un colegio. Estas experiencias internacionales se volcaron a su vuelta a Paraguay en su trabajo al frente del estudio Rcubo, donde se desempeña actualmente como arquitecto, en colaboración constante con otros profesionales de diversos rubros.


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